lunes, 1 de septiembre de 2014

Graciela Esposito "Lo que más cuesta es lo cotidiano como el pan y el mate"

Ser celíaco es cambiar los hábitos a la hora de comer: dejar de compartir un mate o una cerveza por ejemplo es uno de ellos. Otro caso es llevarse su vianda o alimentos a fiestas o cumpleaños, o avisar previamente para que se prepare un menú especial sin gluten ya que no todos los lugares públicos están preparados para recibir a un celíaco. 
Estas y algunas otras cosas nos comentó Graciela Espósito, docente de Viedma detectada celíaca hace 13 años, persona que a pesar de presentar los síntomas normales de la enfermedad tardó seis años en ser diagnosticada.
Graciela Esposito. Celiaca hace 13 años
“Gachy” como le dicen sus allegados, explicó además que a pesar de que la enfermedad es mucho más conocida y difundida ahora, sigue habiendo falencias a la hora de tratarse y hablar de ella.
“Lo importante es la información y la difusión de los síntomas de la enfermedad, pero también es elemental saber que puede haber personas que padecen la enfermedad y son asintomáticas”


Síntomas y datos a tener en cuenta
Los síntomas que puede llegar a tener un celíaco, son similares a los que una persona tiene cuando tiene gastroenteritis: cólicos, vómitos, diarrea y demás malestares digestivos. Sin embargo a la celíaquia muchas veces también se le puede sumar deterioro en la piel, dientes, pelo, etc.
Aquella persona que sospeche que puede llegar a tener la enfermedad y sobre todo si además tiene familiares que la padezcan, debe tener en cuenta cuales son los alimentos que lo hacen sentir mal.
A pesar de estos síntomas que son visiblemente fáciles de detectar, hay personas que son asintomáticas y que como no se exteriorizan los malestares no saben que tienen esa enfermedad. 
Otra cosa que hay que saber es que la celiaquía es una enfermedad auto-inmune, por lo cual siempre se las relaciones con cuestiones emocionales.

La celiaquía en primera persona
Graciela, comentó cual fue su detonante: “mi diagnostico se dio en el 2001. Fue una época muy dura a nivel económico y se ve que ese fue mi detonante. También se puede dar en otras situaciones, como después de un parto o después de un duelo”.
 Esposito nos contó que fue lo que más le costo dejar o separar de sus hábitos a la hora de comer. “Sin duda lo que más extrañé en un principio fue el pan de la panadería, hasta que aprendí a hacer uno que podía comer; y otra cosa fue la cerveza cuando comer alguna picada o pizza, pero también la pude reemplazar por una cerveza que viene ahora de maíz y es apta para celíacos”.
Sin embargo, a pesar de la parte alimenticia, Graciela hizo un comentario que muchas veces no se tiene en cuenta y en realidad es lo que más cuesta: la hora de socializar, compartir con otra gente. “Definitivamente la parte que más cuesta es la parte social, porque por ejemplo vos vas a un cumpleaños y no te queda otra que mirar como el resto come y toma mate. Ni siquiera puedo compartir un mate porque puede que la bombilla esté contaminada por otra persona que estuvo ingiriendo algo con gluten. Es un trabajo de hormiga que cada persona celíaca hace con su familia y con el medio que los rodea: llevarse su mate, sus galletitas, que no haya migas de pan en la mesa donde hay un celíaco, etc. Cambiar hábito, nada más”.

Celíacos detectados de niños y celíacos detectados de adultos
Hay que tener en cuenta que cuando uno es celiaco de nacimiento (generalmente se detecta cuando van dejando la lactancia y comienzan a incorporar alimentos), no es tan difícil cambiar los hábitos de alimentación porque desde muy chico ya respetan la dieta y directamente no conocen los alimentos con gluten, por lo tanto no lo desean; pero a un adulto (como en este caso) que estaba acostumbrado a un estilo de vida y lo debe cambiar de un día para el otro siempre va a costar porque no sólo debe cambiar sus hábitos, sino también la de la familia que los rodea.

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